martes, 29 de abril de 2014

La vuelta al mundo en un desayuno

Son varias las opciones que se han consolidado en la capital venezolana para disfrutar de los deliciosos desayunos de otras culturas que hacen vida entre nosotros, desde platillos libaneses hasta un auténtico desayuno chino, están entre ellas.
“El Carmel y La Flor de Trípoli, ubicados en el mismo establecimiento en la Calle Colombia, muy cerca de la estación de Metro Plaza Sucre, ofrecen el mejor desayuno Libanés de la ciudad, y de los mejores que he probado fuera del Líbano” asegura Nidal Barake, creador de Gastropop.
En El Carmel resulta imprescindible probar los fatayer, empanadas con forma triangular que recién salidas del horno revelan el tesoro de las acelgas o carne molida de su relleno. Después los manouche aguardan a los comensales; esta especie de pizza árabe conquista con su combinación de queso, zahtar (condimento árabe a base de orégano, ajonjolí y sumack), carne molida, o kishik (otro condimento árabe hecho a base de trigo y yogurt).
“Como lo manda la cocina árabe, lo ideal es ir en  grupo y probar todas estas delicias recién salidas del horno, pero si no logran probarlos todos, les recomiendo que compren algo para llevar pues los domingos son días muy largos y como snack de media tarde, esta comida viene muy bien” concluye Barake.
En caso de querer probar platillos más exóticos, el comensal más arriesgado  visitará el Club Social Chino en la urbanización El Bosque, donde cada domingo se lleva a cabo el mercado y abre sus puertas al público en general. Se sirven desayunos en tres locales del sector. “Los restaurantes son el Lai King, uno que está dentro del Club y Casa Deli. Este último, a mi parecer, el mejor de los tres” señala la periodista Vanessa Rolfini.
Una amplia gama de platillos y muchos comensales de ojos rasgados hablan de la fidelidad a las recetas originales. Gyosas y tortitas elaboradas al momento, carritos de vapor cargados de pasteles, empanadas, wantons, rollitos de hojas, son algunas de las especialidades que se incluyen en este desayuno, todo regado de abundante te verde servido en teteras y sin azúcar. Imposible dejar de probar la interesante dulcería china: tortas, enrollados y tartas de frutas hacen la delicia de todos los golosos.
 Parte de mi texto publicado en la Revista Bienmesabe del mes de febrero de 2014

jueves, 24 de abril de 2014

Manos de mujer

Patio Colonial del Club Torres, Carora, estado Lara
“El oficio de la dulcería en nuestro país siempre ha sido asunto de las hijas de Eva. El consumo y elaboración de golosinas era, en un principio, costumbre de las familias de origen europeo cuyas mujeres recreaban en sus mesas las tradiciones culinarias provenientes de la Península Ibérica” puntualiza Ivanova Decán Gambús en su trabajo de incorporación a la Academia Venezolana de Gastronomía.
Desde los primeros tiempos de la colonia, viudas y solteras, sin muchos medios para subsistir, “pobres pero honradas” y que contaban con la suerte de manejar destrezas culinarias garantizaban la manutención con esa producción
Célebres en este sentido son las hermanas Bejarano: Magdalena, Eduvigis y Belén, quienes a fuerza de hornear la torta que lleva su nombre a base plátanos maduros, pan de horno, papelón y especies, lograron, gracias a la Cédula Real de Gracias al Sacar, de 1795, ser consideradas blancas y asistir a los oficios religiosos usando manto y acompañadas de una esclava, que llevaba la alfombra para sentarse y arrodillarse en los duros pisos de piedra de los templos caraqueños.
El aprendizaje y supervivencia del recetario de dulces tuvo, sin lugar a dudas, como protagonistas a las órdenes religiosas, las tradiciones conventuales hispanas se asientan y mestizan con los sabores e ingredientes nativos en los claustros de los conventos. El celestial mazapán de las monjas toledanas encontró, por ejemplo, su par venezolano en el Mazapán de coco de las Monjas de Las Mercedes.
Cuando en mayo de 1874, por decreto presidencial Antonio Guzmán Blanco suprime las órdenes religiosas femeninas, las monjas abandonan los conventos y muchas de ellas, como cuenta Graciela Schael, continúan vistiendo los hábitos y viviendo en clausura en los “cuartos de atrás” de las casas caraqueñas, de allí sin duda, una que otra vez se acercarían a los fogones para revisar preparaciones y darles su toque, esta presencia será valiosísima para la popularización de recetas  dulces antes limitada a los conventos.
Partiendo de la consideración de la elaboración de dulces como una labor sobre todo femenina, podemos entender que sean cada vez menos las que se dedican a tiempo completo a su preparación, pues el siglo XX en nuestro país representó la incorporación masiva de la mujer a tareas que se podían realizar fuera de casa. Sin lugar a dudas una joven que tenía que trabajar por necesidad, se preguntaría si era preferible trabajar como telefonista o pasar horas frente a un fogón.
Mujeres como mi abuela Berta, que dedicó su vida a los fogones y que decía, con orgullo, “con melcochas y tortas levanté a mis muchachos”, son francamente una especie en extinción.
Parte de mi texto publicado en la Revista Bienmesabe del mes de mayo de 2013

martes, 22 de abril de 2014

Desde oriente hasta occidente

La variedad marca los condumios que, tradicionalmente, los venezolanos disfrutan en la mesa de la mañana, desde las mandocas zulianas, hasta el perico criollo, una variedad de ingredientes y sabores se cocinan cada amanecer.
La riqueza del mar completa, en los estados orientales, la mesa de la mañana con deliciosos cuajados de pescado, en los que será el crujiente cazabe el compañero perfecto, mientras que huevas de pescado se unen a los huevos para dar lugar a la versión regional del perico, que se disfruta con diversas variantes en todo el territorio nacional.
El perico guanarense, por ejemplo, se prepara con “chicharrones machacados a conciencia, revueltos con huevos y cebolla bien picada. Se junta todo y se fríe rápidamente” cuenta Ramón David León en su “Geografía Gastronómica Venezolana”. Mientras que en los Andes “otro desayuno muy típico y contundente es arepa de trigo, perico andino (sofrito de cebolla tomate cebollín y cilantro) queso rallado y la natilla (crema de leche) criolla” señala el chef Nelson Castro desde el Comedor de Hostería Spa la Sevillana, en La Pedregosa Alta.
Parte de mi texto publicado en la Revista Bienmesabe del mes de febrero de 2014

jueves, 10 de abril de 2014

Desayuno bajo el sol

En la tierra del sol amada, Maracaibo, se desayunan mandocas con queso rallado en feliz compañía del “café de leche”, como llaman los marabinos al café con leche. “La mandoca según lo que hemos venido investigando, es un amasijo hecho con maíz, panela, especias, en este caso clavo, canela y malagueta, plátano maduro concha negra y queso. Yo uso el madurado. Tenemos datos que hablan de que era un plato servido al personal esclavo y que se hacía con lo que iban guardando de la comida de la casa grande, generalmente se enviaban a las cimarroneras donde siempre había esclavos rebeldes que alimentar. Son una fuente de energía magnífica y considero que deben seguir sirviéndose en los desayunos de las nuevas generaciones.  Son un lujo Zuliano acompañadas por un trozo de queso palmita o de mano, como dice la norma no escrita que deben comerse” cuenta la chef zuliana Ivette Franchi.
También en la capital zuliana, se agolpan las multitudes en locales como Locolindo, en la Av. 13 con calle 89,  a degustar en el sitio o a comprar para llevar los populares pastelitos, bien sea rellenos de carne molida, mechada o el más sorprendente de papas sancochadas con queso. El acompañante será una malta o un “fresco” refiriéndose a una bebida gasificada, “burbujas pues” concluye Franchi.
 Parte de mi texto publicado en la Revista Bienmesabe del mes de febrero de 2014

martes, 8 de abril de 2014

Helada Historia

En la Urbanización del mismo nombre surge la Heladería Crema Paraíso, frente a la iglesia La Coromoto, conocida como “la guacamaya” por la intensidad y variedad de colores que la decoran y eclesiásticamente llamada Alfonso María de Ligorio.
Nacida a mediados del siglo pasado, esta heladería era la más moderna de la ciudad y ofrecía, entre otras novedades, el maravilloso Banana Split, combinación servida en un barquito que une la fruta que le da nombre con helado de chocolate, fresa y mantecado, todo coronado con fresca crema batida, sirope de chocolate y, por supuesto, una cereza al marrasquino. Sin duda, fueron muchas las parejas que se “empataron” endulzados por el cremoso platillo que dio fama a la heladería.
Adalberto Katz, fundador de la empresa,  abrió en 1956 la segunda tienda ubicada en Santa Mónica. El tercer local se inauguró en Bello Monte, seguido de otra sucursal en San Bernardino que fue la última tienda de esta etapa de la década de los 50.
En la década de los ochenta llegaron a existir 22 sedes, y aún en Caracas permanecen cuatro de las tiendas originales: Santa Mónica, Bello Monte, San Bernardino y la primigenia en Las Fuentes. Hoy en día, a pesar de que cada establecimiento tiene un propietario distinto, los productos que expenden responden a un mismo control de calidad, después de todo, se trata de seguir el sabor de la tradición de un negocio que se hizo famoso por sus helados, producidos en su planta de Guarenas, manejada por la hija del fundador: Anita Katz. 
Parte de mi texto publicado en la Revista Bienmesabe del mes de junio de 2013