martes, 11 de febrero de 2014

¡Llegó el dulcero!


Describir e inventariar la dulcería venezolana es una tarea larga y titánica, es tal la variedad, y son tantas las preparaciones que se han perdido en las sombras de la historia, que comenzaremos con una clasificación que nos ayude a entender.
Iniciemos con los dulces en almíbar y conservas, básicamente referidos a los platillos elaborados a partir de la cocción de frutas maduras, o verdes, con mayor o menor cantidad de azúcar, papelón y diversos líquidos aromatizados, en algunas ocasiones,  con ramas de canela ó clavitos de olor, Pasemos ahora a las Granjerías,  inspiradas en su mayoría por la fina dulcería hispana, las polvorosas, los suspiros, yemitas, cajitas y turrones, encabezan este grupo, perfectos para la merienda o el antojo de algo dulce, no se acostumbra servirlos como postre, a lo sumo acompañando el café después de la comida, en tiempos pasados eran custodios indispensables para el chocolate de la merienda.
Siguen en el azucarado menú Tortas y biscochos: elaborados a partir de la combinación básica de harina, huevos y azúcar, pueden llevar o no el añadido de grasa. El desfile lo cierran los Dulces fríos.
No podemos dejar de comentar un detalle interesante, el uso del chocolate como ingrediente en la dulcería se observa a partir del gobierno de Antonio Guzmán Blanco,  el Ilustre Americano en su deseo de afrancesar las costumbres del país, tanto que se llegó a decir que Caracas era el “Pequeño París”, incorpora a las cocinas del poder chefs venidos de Francia y las islas francesas del Caribe, trayendo consigo platos como el mousse, y desarrollando, por ejemplo, el famoso negro en camisa: un budín de chocolate servido con crema inglesa.
Parte de mi texto publicado en la Revista Bienmesabe del mes de mayo de 2013

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