Una perspectiva antropológica y rigurosa
sirve a Miro Popic para demostrar
que la cultura alimentaria de un pueblo es un proceso continuo de aprendizajes producto de la relación entre
los recursos disponibles y las maneras de prepararlos. Un camino que comienza
con los petroglifos y pinturas rupestres y cierra el viaje reflexionando sobre
la venezolanidad de la hallaca.
Una de sus frases resume de la mejor
manera la tesis fundamental que flota a lo largo de estas páginas: “Más que
averiguar qué comen los venezolanos, hay que preguntarse cómo lo que comemos
nos hizo venezolanos”. Por esa razón el libro cierra con un desplante
divertido. Miro Popic se pregunta: “¿Desde cuándo somos venezolanos?”. Y se
responde sin titubeos: “¡Desde que comemos hallacas!”. Sin duda un libro de
referencia fundamental para entender “El
Pastel que somos”
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