lunes, 4 de febrero de 2013

Del Monasterio a la mesa

Un acento especial, entre los postres de Portugal,  merecen los  Pasteles de Belém (Pastéis de Belém). Genéricamente reciben el nombre de “Pastéis de Nata”. Son pequeñas tortitas rellenas de crema, de unos 10 centímetros de diámetro, las originales se elaboran siguiendo una receta secreta que no ha sido desvelada en casi doscientos años y que, supuestamente, sólo tres personas conocen en el planeta. Tanto la pasta como la crema comienzan a elaborarse a puerta cerrada, en la llamada "oficina del secreto" (oficina do segredo), en un proceso que dura dos días. La pasta es hojaldrada. La crema tiene una base de yema de huevo, leche y azúcar. Se comen calientes como fríos.
La leyenda cuenta que fueron creados  antes del siglo XVIII en el Mosteiro dos Jerónimos, situado en Belém, a las afueras de Lisboa. Como consecuencia de la revolución liberal portuguesa de 1820, en 1834 se cierran los conventos y  monasterios. En una tentativa de supervivencia, alguien del monasterio ofreció los pasteles para la venta en una tienda cercana; dulces que rápidamente se conocieron como “Pastéis de Belém”. En ese período el área de Belém todavía estaba lejos de la ciudad de Lisboa y se podía alcanzar por barcos de vapor. Ya en esa época el Monasterio y la Torre de Belém  atraían a visitantes que pronto descubrieron los deliciosos pasteles.
En 1837 la tienda original da paso a la pastelería Casa Pastéis de Belém. Desde entonces, en este local se viene trabajando ininterrumpidamente en la producción, tanto para llevar como para el consumo allí mismo, de estas delicias que se disfrutan  espolvoreados de azúcar y canela en polvo. La secreta receta original y el nombre  Pastéis de Belém están registrados, y  en esta pastelería se elaboran diariamente unas 10.000 unidades.

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