Muy pronto, la fuente de soda brindaría,
a una juventud ansiosa de hacer realidad el estilo de vida que llegaba a las
pantallas de los cines, un lugar para
sentirse un poco James Dean o Natalie Wood. Este grupo etario, que por primera
vez contaba con la libertad para vestirse y comportarse de un modo diferente a
como lo habían hecho las generaciones precedentes, colmó los espacios con sus
jeans “tubito”, franelas ceñidas, mocasines y medias blancas.
El menú de hamburguesas, acompañadas con
papas fritas y una bebida, corre como pólvora y es moda en la ciudad, que
despierta a la democracia tras la caída del gobierno de Marcos Pérez Jiménez,
consiguiendo un espacio de excepción en
la Urbanización Las Fuentes.
Nacida como una prolongación de la
encopetada zona residencial El Paraíso, es el lugar donde Hamburguesas Taxco
ofreció, primero a los habitantes de la zona, luego a los que venían en
peregrinación de otras urbanizaciones de Caracas, su platillo más
característico.
Coincidió su periodo de más esplendor con
la época de las “patotas”, grupos de jóvenes de clase media alta que se
enfrentaban entre sí por defender una zona marcada como “su” territorio.
“Eran famosas las patotas de Vista
Alegre y la de Las Fuentes, llamada la patota de Taxco pues en ese lugar acostumbraban
a reunirse” recuerda Oscar Vaamonde, quien de joven vivió muy de cerca las
aventuras y desventuras de los sesentas y hoy cuenta canas y tres nietos, “se
juntaban en la esquina del negocio, con sus motos y su aspecto de rebeldes sin
causa, justificando con su presencia el
lema de las patotas: hasta la esquina llegas y no te metas” continúa. Tan de
moda estaba el local que era vox populi entre la juventud caraqueña de la época
que “quien no ha comido una hamburguesa en Taxco, no ha comido una hamburguesa”
concluye.
Desde aquellos tiempos rebeldes hasta la
fecha, la receta de las hamburguesas se ha mantenido incólume, pequeñas y
jugosas, bañadas con una salsa que parece mostaza sin serlo, secreto de los
fogones del local, acompañada con papas fritas rociadas con un toque de limón,
visitar hoy Café Taxco es una aventura digna de la máquina del tiempo de H.G.
Wells.
Parte de mi
texto publicado en la Revista Bienmesabe del mes de junio de 2013
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