Marta Belluscio, en el suculento libro Comida y cine: Placeres unidos, se pregunta que comía la divina Greta Garbo, más bien se pregunta si comen las estrellas. Porque al verlas desfilar en la alfombra roja no queda ninguna duda que han pasado sus buenos días a punta de atún, galletas de soda y jugo de fresa, para luego enfundarse, en algunos casos embutirse, en las creaciones haute couture con que deslumbran al público adicto a las entregas de premios.
Este domingo 27 de febrero termina la “temporada” de premiaciones con la entrega del Premio de la Academia, el popular Oscar, nos deslumbrarán, recibirán premios, llorarán, se quedarán mudos, pondrán cara de circunspecto si no escuchan su nombre después de la frase “and the Oscar goes to…”
Y luego A COMER, bien sea en la fiesta oficial que se ofrece en los espacios del Teatro Kodak o en las cientos de fiestas que esa noche toman por asalto la nocturnidad Hollywoodense.
Los que opten por la cena oficial, disfrutarán de un menú con aires latinos diseñado por Wolfgang Puck, que propone una larga lista de aperitivos con comida japonesa, ostras, cangrejos, salmón ahumado, atún picante, mini hamburguesas con ternera de Kobe, tacos de langosta, pizzas de requesón y tomillo y arroces con soja y alioli.
El primer plato incluye tres ensaladas, una de ellas con jamón ibérico, espárragos y trufas negras. Luego llegará las mesas el lenguado con hinojos, acompañado de aceitunas, alubias, tomate natural y limón, y paella.
Y, ya que se perdió la cuenta de las calorías consumidas, el postre no puede faltar: tarta de queso con limón, crema de frambuesa y un Óscar de chocolate bañado en oro de 24 quilates.
Todas estas delicias serán abundantemente acompañadas con 1200 botellas de champán Moët Chandon… ¡ya sabemos que comen las estrellas!
Con información de Agencias
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